martes, 9 de septiembre de 2008

Arraiján en la Época Prehispánica

Playa Venado Para 1915, las únicas pistas arqueológicas sobre el pasado precolombino de Panamá procedían de Chiriquí, específicamente del Sitio Barriles. Se pensaba en aquellos días que los pueblos indígenas que se asentaron en el Istmo antes de la llegada de los españoles no poseían técnicas elaboradas de instrumentación, ni alguna expresión artística que no fuese dada por acciones coyunturales. En ese mismo año se organizó una exposición, celebrando la inauguración del Canal, para mostrar piezas arqueológicas procedentes tanto de Chiriquí como de otros lugares del país. Las más llamativas fueron de un lugar en Coclé que pertenecía a la familia Conte. Con el pasar del tiempo, varios estudiosos y aficionados del tema indígena se fueron interesando por el hallazgo en terreno de los Conte; hoy día el Sitio Conte es uno de los lugares más ricos arqueológicamente por la gran cantidad de objetos hallados en él, y cuyo descubrimiento revolucionó la forma de ver a los indios panameños. El auge investigativo que produjo este hallazgo llevó a muchos exploradores a lugares tan remotos como el Archipiélago de las Perlas, Cana en Darién, y en gran parte, la península de Azuero.

aerial_plan Panama pacifico En 1951, una división del Ejército de los Estados Unidos acantonados en la Base de Howard en Arraiján se encontraba realizando trabajos de nivelación en los perímetros de dicha instalación militar, cuando tropezaron con un cúmulo funerario presumiblemente indígena. La Universidad de Harvard encarga a Samuel K. Lothrop, quien ya había llevado a cabo las excavaciones en Sitio Conte en la década de los 30’, para que dirija las investigaciones de este sitio arqueológico. Lo que se encontró era algo que no se había visto hasta entonces: más de 300 individuos enterrados sistemáticamente; algunos fueron mutilados y asesinados en el lugar, pero otros fueron presumiblemente embriagados o dopados, y posteriormente enterrados vivos. Concretamente, Lothrop señala 369 enterramientos y junto a esto, el hallazgo de cerámica polícroma y de orfebrería compleja, algo que hasta entonces se creía exclusivo de las grandes culturas de Mesoamérica y Sudamérica. Estudiando la cerámica del sitio con mayor detalle, los expertos encuentran similitudes con la “Cultura Coclé” de Sitio Conte, por lo que se especula que muy posiblemente, el área de influencia de la Cultura Coclé se extienda más allá del Golfo de Panamá, llegando incluso al Darién. En la arqueología actual, esta Zona es conocida como “Pacífico Central”, y se extiende desde la península de Azuero hasta el Golfo del Darién.

Se cree que las áreas de Palo Seco y Playa Venado (Veracruz, Distrito de Arraiján) han mantenido presencia humana desde hace 8000 años, pero no hay registros precisos sino hasta 500 D.C. que es la datación de la alfarería encontrada en dichos sitios. Como ya dijimos, su similitud a la Cultura Coclé y la complejidad de los enterramientos nos da la idea de un pueblo con ideas bastante concretas respecto a la vida y la muerte; existen hipótesis variadas al respecto, la más extendida es que Palo Seco era el asentamiento y Playa Venado el cementerio, lo que significa que el emplazamiento cultural supera los 5 kilómetros de playa llegando hasta Chumical en Bique. Tenían contacto por mar con otros asentamientos ubicados en Coclé y Azuero, así como también con las islas cercanas las cuales ya se encontraban pobladas (Taboga, Taboguilla y Otoque). El comercio era intenso y se basaba en el trueque: se obtenía materia prima para herramientas y cerámica a cambio de las abundantes conchas marinas que se encontraban en esta zona del Istmo. Con las conchas marinas se confeccionaban collares de hermosos colores que se han encontrado en casi todo el Pacífico Central; dado que este material es más bien escaso en Conte y en Cerro Juan Díaz, se puede inferir que éstos lo obtenían del comercio con los asentamientos de Palo Seco y de las islas del Archipiélago de las Perlas. La concha utilizada se ha identificado como Spondylus y se conocen al menos dos subgéneros de distinto color, siendo el morado el más utilizado. Se ha clasificado que la cerámica de Playa Venado pertenece al Grupo Cubitá, estilo que está fechado entre 550 y 750 D.C., aunque también se han encontrado piezas que recuerdan al estilo Conte Temprano; todas estas piezas poseen características que le dan identidad propia y las diferencia de otras encontradas a lo largo del Pacífico panameño. A juzgar por los ajuares funerarios y los tipos de enterramientos, existían las diferencias sociales entre individuos, y eso explicaría también algunos de los sacrificios: los esclavos y los prisioneros de guerra eran enterrados conjuntamente con sus amos y sus pertenencias, para que así tanto ellos como sus tesoros, les sirvieran en la otra vida. Se encontraron urnas con “tapadera”, enterramientos de uno o varios individuos en la misma fosa y de todas las edades e incluso, de animales. Se encontraron también una de las muestras de orfebrería más antiguas hasta el descubrimiento posteriormente de Cerro Juan Díaz. Datan del 450 al 600 D.C., y se trata de piezas trabajadas con la técnica del martillado. Mantienen grandes semejanzas con piezas encontradas en otros lugares como el Cerro Juan Díaz, el Valle de Tonosí y Sitio Conte, asimismo la similitud con piezas encontradas en la costa norte de Colombia, específicamente en el Golfo de Urabá, revelan la influencia de la orfebrería del grupo sinú.

En la década de los 50’s se organizó una sociedad de arqueología conformada por norteamericanos residentes en la antigua Zona del Canal. Esta sociedad se llamó The Archaeological Society of Panama que bajo capital privado pretendió realizar excavaciones en el sitio de Playa Venado, el resultado fue desastroso: dado que ninguno de los miembros de esta sociedad no tenían formación científica ni entrenamiento técnico, dañaron muchos de los enterramientos, piezas, osamentas. Muchas de estas piezas fueron a parar a museos extranjeros (como por ejemplo el Peabody Museum de la Universidad de Harvard, quien patrocinó a Lothrop) y fueron vendidas inescrupulosamente a coleccionistas privados o a museos de Europa como el de Hamburgo en Alemania. Esta Sociedad también publicó sus hallazgos en una revista que se mantuvo hasta mediados de los 60, llamada Panama Archaeology de donde luego varios estudiosos panameños extrajeron secciones que han sido publicadas en libros. En 1979 se hizo una medición con tramos lineales de 525 m de largo, colocados a intervalos de 150 m, la cual demostró que materiales culturales se extienden a lo largo de la playa por una distancia de aproximadamente 3 km, como ya se había dicho anteriormente. En la década de los 80 se siguieron efectuando estudios en el área para determinar más que todo la línea de tiempo en que se ubica este complejo funerario. Basados en el trabajo de Lothrop, investigadores como Richard Cooke, del Instituto Smithsoniano, se han interesado en el sitio y han escrito al respecto. En 1998, el antropólogo Luis Alberto Sánchez Herrera realiza estudios en el sitio y de acuerdo con sus análisis la mayor parte de los entierros están relacionados con vasijas polícromas, fechando de manera definitiva el sitio arqueológico y clasificando el estilo cerámico. En mayo de 2002, luego de la entrega de este sitio por los estadounidenses, una remoción de tierra causada por los trabajos de la Urbanización Nuevo Veracruz, afectó de manera negativa el sitio arqueológico. Según el arqueólogo Carlos M. Fitzgerald Bernal, a la sazón Director Nacional de Patrimonio Histórico, esta acción se debió a “que la empresa Ing. G. Guardia y Asociados, S.A. que elaboró el Estudio de Impacto Ambiental (IEA), mediante el contrato No. 747-01 para el estudio, diseño, planos y especificaciones para la infraestructura del proyecto Urbanización Nuevo Veracruz, no contempló los recursos culturales del área”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy interesante esta reseña. Mi abuela fue historiadora, amiga de Lucas Bárcenas y fue la primera mujer en trabajar en el telégrafo de Arraiján. Ella contaba con variados libros de historia con reseñas de Arraiján que lamentablemente desaparecieron. Mi bisabuelo tenía gran territorio en el Cerro Cabra y le dio hospedaje a Victoriano Lorenzo. Coincido que hay mucho que contar.